lunes, 29 de abril de 2019
jueves, 11 de abril de 2019
Un campeonato a la deriva... Un naufragio anunciado...
Hace ya algunos meses que me
había planteado escribir algo acerca del rumbo que estaba cogiendo la montaña
gallega en los últimos tiempos. Por falta de tiempo y por tener que responder a
otras obligaciones, no pude hacerlo en aquel momento.
Tras la finalización de la I
Subida Concello de Marín y con todos los hechos allí ocurridos, me marqué a mí
mismo la obligación de hacer algo, de realizar una publicación con el ánimo de
buscar una reacción ante una situación que yo creía que estaba empezando a
volverse insostenible. Sí, hablo de la seguridad de la prueba que abrió el
certamen gallego de montaña de 2019, pero también hablo de varias acciones y
decisiones tomadas en los últimos tiempos que me hacen pensar que la montaña
gallega ha comenzado un declive que solo puede acabar con su hundimiento… siempre
que no se remedie a tiempo.
Voy a empezar desde el principio. Nos
remontamos al año 2018, año en el que el Campionato de Galicia de Montaña
cumpliría 36 ediciones. Parecía que la montaña gallega había encontrado su
rumbo. Pruebas asentadas en el calendario, organizaciones con experiencia y
organizaciones nuevas (pero con interés en hacer bien las cosas) y unos
trazados en mayor o menor medida adecuados para la disputa de una prueba de
montaña. Había cosas que se podían mejorar en temas de seguridad, como siempre,
pero había una buena base. A principios del mes de abril se produce un hecho
que para mí es el desencadenante de una sucesión de malas decisiones por parte
de la Federación Galega de Automobilismo. La Subida a Chantada acepta la oferta
de la RFEDA y abandona el certamen gallego para pasar a formar parte del
nacional. Si soy sincero, creía que la Escudería Chantada, en manos del señor
Alfonso Viana, estaba cometiendo un error, al igual que lo pensé en 2008. Sin
embargo, el tiempo le ha dado la razón a la Escudería Chantada y me la ha
quitado a mí, ya que el futuro de la prueba lucense parece que puede ser más
satisfactorio dentro del nacional de montaña, que si hubiera seguido en el
regional.
Con la “espantada” de Chantada
del calendario gallego, el señor Iván Corral, máximo responsable de la FGA,
pareció sentirse como un niño al que le habían quitado un juguete.
Probablemente enfadado por la decisión del señor Viana y herido en su orgullo
por tener que ceder su prueba de montaña más importante a sus “enemigos
acérrimos” de la RFEDA, el señor Corral comenzó a tomar decisiones más propias
de alguien que no tenía ni idea de lo que significa un campeonato de montaña,
que de una persona que es la responsable de velar por los intereses del mismo.
La absurda inclusión de la Subida a Castro de Beiro en el calendario demostró
que a la FGA no le importaba lo más mínimo esta especialidad. Un trazado con un
asfalto que (actualmente) puede ser válido para una prueba de rallye o
rallysprint, pero ni mucho menos para una prueba de montaña, además de buscar
una organización que no tenía experiencia en organizar una prueba deportiva era
la mejor solución que había encontrado para paliar un campeonato más provincial
que autonómico.
Soy sincero y lo dije desde el
primer día. No me creía lo más mínimo que la prueba de Castro de Beiro fuera a
celebrarse y la veía como una cortina de humo, una manera de maquillar el
calendario. Por desgracia, hubo bastantes equipos que confiaron en la FGA y el
resultado fue que la inclusión y la posterior anulación de la prueba ourensana
acabó por influir en la resolución de varios de los campeonatos que conforman
el CGM. Hubo bastantes equipos enfadados por lo que había ocurrido, incluso
alguno decidió abandonar el certamen por esta situación.
De esa temporada 2018 me gustaría
destacar también otro aspecto. La Escudería Ciudad de Pontevedra se veía
forzada a buscar una nueva ubicación para el desarrollo de su prueba,
recurriendo al mítico tramo de la subida a Almofrei… bueno… a una mínima parte
de lo que queda de él. Esta escudería había hecho una labor muy buena con su
prueba en todos los años anteriores, aunque en esta ocasión el trazado de la
prueba dejaba bastante que desear para una prueba de montaña. No podemos culpar
a la escudería, porque fue una medida de emergencia al verse privada de la
posibilidad de continuar con el trazado original de la subida. Y al menos la
prueba contaba con las medidas de seguridad mínimas requeridas.
Acababa la temporada. Parecía que
el regreso a los “calendarios dinámicos” podía ser algo puntual, únicamente
provocado por la salida de Chantada. Pero no, porque parece que la FGA en lugar
de avanzar va hacia atrás. Los calendarios (porque ya he perdido la cuenta de
cuántos han salido) que se han ido sucediendo desde finales de 2018 para esta
temporada 2019 me recuerdan a épocas del pasado. Como por ejemplo la época del
campeonato y el trofeo, en la que lo único importante era realizar el máximo
número de pruebas posible, daba igual en qué condiciones.
Cuando vi el calendario de 2019
la primera vez pensé: se harán las seis pruebas que ya se realizaron la
temporada pasada y el resto se irán anulando poco a poco, exponiendo causas
normalmente de tipo económico. No es que tenga una imaginación desbordante, es
lo que había ocurrido de forma muy frecuente hasta hacía pocas temporadas.
Antes de iniciarse el campeonato, lo hablé con varias personas relacionadas con
el certamen, se me venía a la mente la imagen de la montaña de años atrás,
cuando se calendaban hasta 15 pruebas en un mismo año y luego solo 5 ó 6 eran
merecedoras de llamarse pruebas de montaña, por trazado y por organización. Sin
embargo, llegó el inicio del campeonato, y la primera subida a Marín se
convertía en una realidad. Yo no conocía para nada la zona previamente, pero
cuando comencé a trabajar en el mapa del trazado me empecé a preocupar…
Antes de continuar hablando de lo
ocurrido en Marín, quiero decir que dos días después de finalizar esta subida,
había decidido escribir esta publicación. No quería culpar ni atacar a nadie,
porque siempre he respetado el trabajo de las organizaciones, pero sí quería
ser crítico con el bajo nivel de seguridad que ofrecía la prueba, siempre con
el objetivo de buscar soluciones de cara al futuro. Pero mi planteamiento
inicial cambió profundamente después de ver la actitud de la escudería
organizadora, Torres Competición. Para poner a todo el mundo en situación,
después de suspenderse la última manga de la prueba en la jornada del sábado,
después del fuerte accidente de Pablo Barrio, escribo una publicación en el
muro de mi perfil de Facebook. En dicha publicación digo que el trazado de la
Subida a Marín no debía ser apto (tal como está) para formar parte del gallego
de montaña, por su peligrosidad; y que lo que había ocurrido esa tarde no se
debería aceptar. También digo, cualquiera lo puede ver todavía en mi muro, que
no creo que la Escudería Torres Competición fuera la culpable…
Pues bien, un par de días después
de publicar esto, alguien me pregunta si desde la escudería se habían puesto en
contacto conmigo. Yo pensé: no van a tener nada mejor que hacer la gente de
Torres Competición que venir a pedirme explicaciones por una opinión personal
que expresé en mi propio muro de Facebook... ¡Qué equivocado estaba! Cinco días
después, CINCO, por si no ha quedado claro, recibo un mensaje del señor Roberto
Torres Leiro en el que no es que me pidiera explicaciones, sino que me
reprochaba haber criticado la seguridad del trazado y me retaba a organizarla
yo, previo paso a eliminarme y posteriormente bloquearme en dicha red social. Esta
respuesta del señor RTL, que recordamos es el máximo responsable de la
Escudería Torres Competición y el promotor de la Subida Concello de Marín, me
hizo cambiar drásticamente de postura y me decidí a, no solo hablar de la
seguridad de la prueba, sino también a hablar del nivel organizativo de la
misma. Al final, he recapacitado y he pensado que no debía ponerme a la altura
de este señor, porque hubo mucha gente trabajando detrás de esta prueba y no se
merecen pagar por los aires dictatoriales “del patrón”. Aunque hay que decir
que por desgracia para el señor RTL, no me conoce, porque si me conociera,
sabría que hacer lo que hizo no iba a hacer que me callase, sino más bien todo
lo contrario…
Cuando empecé a trabajar con mi
proyecto relacionado con las subidas en Galicia, mi intención era luchar por
mejorar la montaña gallega, siempre apoyando a los participantes y a los
organizadores de cara a conseguir un campeonato mejor para todos aquellos que
como yo aman esta disciplina. Pero también dejé una cosa clara, no me iba a
casar con nadie, ni FGA, ni AGA, ni ningún participante, ni ninguna
organización, ni ninguna prueba. Creo que esa es la mejor forma de hacer las
cosas correctamente. Criticar (constructivamente) lo que haya que criticar y
felicitar lo que haya que felicitar, pero siempre manteniendo la objetividad,
por el bien del campeonato y por el bien de la montaña gallega. Por este
motivo, a pesar de que varias personas me han advertido que en caso de criticar
lo ocurrido en Marín iba a ponerme en contra a la FGA y a la gente de Torres
Competición, he decidido hacer esta publicación, porque para mí lo único
importante es la montaña gallega y no la mafia que la rodea.
Vamos a centrarnos ahora en la
prueba que abría el calendario. Creo que organizativamente hubo algunas cosas
buenas y bastantes cosas malas, pero no voy a entrar ni en unas ni en otras. En
la buenas, porque si el señor RTL no permite que se realice ni la más mínima
crítica, tampoco va a recibir ni el más mínimo elogio. Y en las malas, porque
como he dicho antes, aunque si fuera por quien los encabeza correrían ríos de
tinta, la gran cantidad de gente que estuvo detrás de la organización de esta
prueba no tiene la culpa. Son errores organizativos que pueden llegar a
entenderse al ser la primera prueba que organizaban. El problema es que, si
cometes errores, porque todos los cometemos, pero no aceptas que te los
critiquen, difícilmente vas a poder evitarlos en el futuro.
Pero ahora vamos a lo realmente
importante de esta primera subida a Marín: la seguridad, o más bien su
ausencia. Durante los últimos días he podido hablar con muchos pilotos y
aficionados y me he quedado realmente sorprendido de la cantidad de gente que
no sabe realmente lo que es una prueba y un campeonato de montaña. Muchos me
comparaban e incluso me justificaban la falta de seguridad de esta prueba
diciéndome “hay rallyes mucho más peligrosos”. Lo cual me deja con la absurda
necesidad de explicar qué es una prueba de montaña y por qué necesita de unas
medidas de seguridad superiores a un rallye. La diferencia entre estas dos
disciplinas del motor son básicamente tres: la primera es que los pilotos (al
margen de la regularidad) están solos frente al tramo, sin notas ni ningún tipo
de ayuda en competición ni nadie que les avise, más allá de su propia memoria,
cuándo llega un peligro; la segunda es que el piloto que participa en una
prueba de montaña (en general) se emplea a tope durante el tiempo que está en
competición, se busca mucho más el límite de lo que se hace en un rally, donde
se juega más con la regularidad; y la tercera es que se emplean vehículos mucho
más débiles que los empleados en rallyes (fórmulas, barquetas, CM’s,
prototipos, vehículos de circuitos y todo tipo de vehículos con carrocerías de
fibra). Parece una perogrullada, pero se ve que, tanto a la FGA, como a Torres
Competición, como a muchos participantes y aficionados se les ha olvidado lo
que es esta disciplina.
Vamos por partes. En ningún
momento ninguno de los pilotos accidentados ni yo hemos culpado a la
organización ni al trazado de que se produjeran los accidentes que ocurrieron
en Marín. Cada piloto me ha reconocido que los accidentes ocurrieron por
errores suyos. Es algo normal, como dije antes, todos cometemos errores. Nadie
se libra. Sin embargo, y hablo ahora en primera persona, sí que culpo al
trazado de las consecuencias que tuvieron dichos accidentes. En un rally, es
asumible que un accidente acabe con un coche detenido contra un árbol, es un
riesgo que existe y que se puede manifestar en cualquier momento. Pero en una
prueba de montaña no se puede permitir. Para que quede claro, las pruebas de
montaña se sitúan a medio camino entre las pruebas de rallyes y las pruebas de
circuito. No tienen unas medidas de seguridad tan altas como los circuitos,
pero tampoco tan bajas como los rallyes. Una prueba de montaña debe tener un
asfalto liso en todo su trazado y también debe estar delimitada por barreras de
protección en sus puntos más peligrosos. Esto no es una opinión personal, son
las directrices que marca la Federación Internacional de Automovilismo para
este tipo de pruebas. Para ser más claro, una prueba que quiera formar parte
del certamen europeo de montaña también debe cumplir una longitud mínima, una
anchura mínima y una pendiente mínima.
El problema que había en Marín,
más allá de que no hubiera guardarraíles, era lo que había después. Si en lugar
de un bosque de árboles hubiera una pradera, nada de esto tendría importancia.
Pero lo que había era una trampa mortal que por suerte no tuvo trágicas
consecuencias. Más adelante mostraré una encuesta que realicé a una gran
mayoría de los pilotos participantes en Marín, pero quiero aprovechar para
enlazar con la respuesta que me dio uno de ellos. Este piloto me reconoció que
la prueba no cumplía los requisitos mínimos de seguridad, pero que tampoco
tendría por qué dejar de celebrarse ya que aquello no era un campeonato de
Europa. Y yo me pregunté: ¿acaso los pilotos del europeo están hechos de carne
y huesos y los del gallego de adamantio? ¿acaso los árboles gallegos son de
goma y yo no me he enterado? Creo que no, ¿verdad? Entonces, ¿por qué las
medidas de seguridad que son necesarias en el europeo no son ni de lejos
necesarias en nuestras pruebas? No digo que tengamos que vallar todas nuestras
pruebas desde el primer al último metro con doble guardarraíl, pero entre eso y
no tener absolutamente nada en todo el trazado hay un mundo.
Cuando comencé a trabajar en el
mapa del trazado de Marín lo vi muy claro desde el principio. Había ciertos
puntos que podían llegar a ser muy peligrosos, sobre todo por la gran velocidad
a la que se llegaría. No dije nada, algo de lo que me arrepiento profundamente,
quizás porque esperaba que desde la organización se tomase alguna medida antes
de la disputa de la prueba. Para mí era tan claro el peligro que existía, que
creía que Torres Competición tomaría alguna medida y sino, la propia FGA lo
haría. No se hizo nada, a pesar de que tampoco tiene tantos “puntos críticos”
(básicamente porque no tiene demasiadas curvas). Con esto quiero decir que no
haría falta un presupuesto desorbitado para vallar las curvas más peligrosas…
Se llegó al fin de semana de la
subida y el balance creo que habla por sí solo: 4 accidentes graves con
vehículos acabando entre la arboleda, 2 pilotos acabando en el hospital, otros
3 accidentes que no fueron más graves de casualidad e infinidad de sustos que
por suerte no acabaron en más accidentes. ¿Suena a un buen balance? ¿Suena a
algo de lo que estar orgulloso? Porque si yo hubiera sido el organizador de
esta carrera, estaría de todo menos orgulloso.
Pero eso no es todo, no solo los
participantes corrieron riesgos que no se deberían haber corrido. ¿Por qué no
hablamos del público? Uno de los primeros vídeos de la subida a los que pude
tener acceso se me quedó grabado en la memoria. Curva 10 del trazado, la curva
más cerrada del recorrido, en la parte exterior de la curva, justo desde uno de
los accesos intermedios, alguien está grabando con su cámara a pie de
carretera. Delante, dos niños pequeños comentan el paso de los vehículos,
también a pie de carretera. ¿Qué hubiera pasado si el coche de Fombona hubiera
enfilado un poco más abajo? ¿Qué hubiera pasado si cualquier piloto hubiera
perdido el control del coche al llegar a la frenada? Pero esperad, no nos
vayamos de esa misma curva ya que estamos, ¿nadie más ha visto a gente situada
(incluso sentada) detrás de una cinta amarilla que pone “Zona Público” en un
sitio donde cualquier coche participante podría llegar sin que tuviera que
ocurrir ningún “fenómeno extraño”? No sé, a lo mejor está en mi imaginación,
como el bloqueo que se produjo en ese mismo acceso al no haber nadie
controlándolo. ¿Qué hubiera ocurrido si alguien resulta herido y tiene que
salir con urgencia una ambulancia? ¿Que tendría que haber subido hasta meta
porque todos los accesos estaban colapsados o se habría liberado todo el parque
de presalida para que saliera por allí? Todo muy correcto, para estar
orgullosos, podríamos decir…
Todo esto observando tan solo un
punto del recorrido. Aunque estoy totalmente seguro de que alguien va a decir
que todo esto que estoy planteando es totalmente improbable... Puede ser… ¿Cómo
encontrarte a gente caminando con libre albedrío por el asfalto de la subida
mientras los participantes seguían en competición? ¿o como que una pareja con
su pequeño (con carrito y todo) fueran testigos de primera mano de la salida de
Antonio Bermúdez, porque estaban a dos metros escasos de donde se salió el 205?
No sé, debo ser el único que los vio. Igual era la “familia de la curva” y solo
yo puedo verla… ¿O puede que sea porque a nadie de la organización se le
ocurrió analizar las imágenes de la prueba o pedir alguna onboard a los pilotos
como hice yo?
Hagamos un repaso rápido: Trazado
rapidísimo, trazado sin un solo guardarraíl, trazado sin una sola barrera de
protección (¿las barreras de protección que pusieron en la última curva del
trazado a quien protegían?), encintado que dejaba bastante que desear, público
totalmente descontrolado que podía situarse en prácticamente cualquier sitio,
público que podía estar tranquilamente a pie de carretera sin que nadie le
dijera nada (hay unas cuantas onboard para el que no se lo crea), público que
podía caminar libremente por el trazado (especialmente desde la meta, la zona más
rápida del recorrido) y accesos totalmente bloqueados por vehículos. Una
combinación perfecta, ¿verdad? Para sacar pecho y no permitir ninguna crítica…
Y yo me pregunto, ¿qué tiene que
pasar para que de una vez por todas se tomen medidas drásticas en seguridad en
el automovilismo gallego? Porque ya no es solo en la montaña. Una semana
después de Marín, pudieron verse en Noia imágenes igual de preocupantes. Como
personas paseándose por delante de los coches que pasaban compitiendo. ¿Qué
pasa, ya nos hemos olvidado de lo que pasó en Coruña en 2015? ¿O estamos
esperando a que se vuelva a repetir? ¡Ah! No. Que si se vuelve a repetir, con
decir que fue todo fruto de la mala suerte ya estará solucionado… En velar por
la seguridad se ve que no, pero en crear cortinas de humo para tapar los fallos
y salir airosa, en eso sí que es una profesional la FGA. Todo hace indicar que
en materia de seguridad seguiremos a la deriva hasta que terminemos por
naufragar completamente, ocurra otra desgracia y al final se acaben prohibiendo
todas las pruebas fuera de los circuitos.
Como comentaba un poco más atrás,
en los últimos días he tratado de contactar con todos los pilotos participantes
en Marín para conocer su opinión. Obviamente dejé al margen a los pilotos
pertenecientes a la escudería organizadora, no porque no me interese su
opinión, sino porque creo que su opinión está condicionada. No vas a echar
piedras sobre tu propio tejado… Cuando ideé hacer esta encuesta, tenía muy
claro el escenario que me iba a encontrar. Habría pilotos que responderían con
honestidad y mirarían más allá de sus propios intereses y habría pilotos que se
centrarían en contestar únicamente lo que más les convenía. Es ley de vida,
pero no podemos meternos en la mente de nadie para saber en qué situación nos
encontramos en cada caso. Así que, aunque contacté con algunos más, conseguí
las respuestas de 41 de los pilotos presentes en la primera prueba de la
temporada de montaña.
Vamos a proceder a analizar las
preguntas y respuestas (en todos los casos se pedía responder con un sí o un
no):
· ¿Crees que la subida cumplía con los requisitos mínimos de seguridad
para la disputa de una prueba de montaña?
Creo que los datos de esta
primera pregunta ya nos dicen muchas cosas. Hay un 61% (25 pilotos) que creen
que en Marín no se cumplieron los requisitos mínimos de seguridad y un 39% (16
pilotos) que creen que sí se cumplían. Obviamente, era una encuesta anónima, y
no voy a decir quién respondió tal o cual cosa, pero sí que me parece necesario
resaltar que entre “los Sí” hubo muchos pilotos de regularidad, prácticamente
todos pilotos de turismos y un solo monoplaza.
Mi opinión sobre la seguridad en
Marín creo que quedó más que clara en lo escrito anteriormente, pero aun así me
gustaría aclarar algunas cosas más. Para empezar, creo que es muy destacable
que hubiera tantos pilotos preocupados por la seguridad en la prueba, porque
realmente, un piloto de lo último de lo que se tiene que preocupar cuando
compite es de la seguridad. Y para subrayar esto me vais a permitir que cite a Max
Mosley (ex presidente de la FIA), que respondió lo siguiente al ser cuestionado
sobre la polémica que surgió en el Gran Premio de España de F1 de 1975: “Cuando
los pilotos se preocupen seriamente por la seguridad, entonces los días más
veloces habrán terminado”. El argumento de Mosley continuaba diciendo que si
cogías a todos los pilotos y les ofrecías un coche lento pero seguro y otro
coche mucho más rápido y peligroso (con el que si sufrían un accidente
probablemente morirían), los pilotos siempre cogerían el más peligroso.
Finalizaba diciendo que por eso los dirigentes del deporte o la competición son
quienes tienen que asumir la responsabilidad en términos de seguridad. Sí, los
pilotos del gallego de montaña no son pilotos de F1, pero son pilotos. Ellos no
tienen que preocuparse por la seguridad, ellos tienen que preocuparse por
correr, y si hay un porcentaje tan elevado de pilotos preocupados por la
seguridad, desde luego no se están haciendo bien las cosas…
· ¿Crees que la subida debió celebrarse en las condiciones en las que
se celebró?
Esta pregunta es probablemente la
que más refuerce la teoría de los pilotos y la preocupación por la seguridad.
Son unos cuantos, hasta 7 los pilotos que afirman que en Marín no se cumplían
los requisitos de seguridad mínimos, pero ¿qué más da?, corramos igual.
Creo que no hay mucho que añadir
sobre esto. Como ya hemos dicho, no es responsabilidad de los pilotos decidir
cuándo debe o no disputarse una prueba. Además, siendo la primera carrera del
año, muchos correrían incluso aunque supieran que iban a accidentarse.
· ¿En algún instante de la prueba tuviste miedo a sufrir un accidente?
Esta es tal vez la pregunta
trampa de la encuesta. Reconocer miedo es algo muy complicado
, más si cabe entre los pilotos. Sin embargo, hubo valientes
(porque realmente creo que es más valiente ser sincero y no dejarse llevar por
el qué dirán) que confesaron haber sentido miedo, tanto por sufrir una salida
de carretera, como un elevado porcentaje por verse involucrado en algún
accidente con el público.
· ¿Crees que después de los incidentes de la primera jornada debieron
tomarse medidas de cara a la segunda?
Lo que se pregunta en esta
cuestión es uno de los aspectos que más me influenciaron para escribir esta
publicación. Después de una primera jornada en la que se producen 3 accidentes
graves, se suspende la última manga debido a uno de ellos y el piloto termina
el día ingresado en el hospital, no se toma absolutamente ninguna medida para
el día siguiente. Y tengo que decir que tanto la publicación que hice en mi
muro de Facebook, como una frase que escribí al publicar la anulación de la
última manga del sábado, estaban enfocadas a que desde la organización de la prueba
se tomara alguna medida…
Hubo 14 pilotos que dijeron que
no había que hacer nada. ¿Ves que 3 de tus compañeros destrozan sus coches y
uno de ellos acaba en el hospital y crees que no es necesario hacer nada? No me
queda mucho que decir, la verdad… Allá cada uno… Algunos pilotos me decían que
por parte de la organización era muy complicado tomar medidas para la segunda
jornada… puede ser… ¿o no? ¿No creéis que haber modificado la parte final del
trazado hubiera podido valer de algo? No sé, por ejemplo, antes de la curva
final (curva en la que se produjeron 3 de los accidentes más graves) situar una
chicane con vallas de plástico o sacos de arena y retrasar la meta (quitándola
de la curva en la que la pusieron) los metros necesarios para que la influencia
de estas modificaciones en el tiempo de las mangas no fuera muy destacada. Es
más, ¿qué más daba lo deportivo? ¿qué más daba que se empeoraran los tiempos o
que se complicara la media para los pilotos de regularidad? ¿no habría sido más
importante evitar nuevos accidentes? ¿se habría producido el accidente de
Miguel Leite en la misma curva de Pablo Barrio y Damián Pereira si se hubiera
optado por hacer una chicane antes de la curva? Sí, sí, ya sé que es muy fácil
hablar a toro pasado, pero si yo hubiera formado parte de la organización y veo
la situación que hubo en la primera jornada, me hubiera pasado toda la noche en
vela buscando una solución para evitar más percances. Pero es que no se hizo
NADA, absolutamente nada.
Y ya que ha salido el tema de la
ubicación de la meta, hablemos del accidente de Antonio Bermúdez. Antes de
nada, tengo que aclarar de nuevo que el piloto de Sanxenxo, muy formal y
correcto en sus declaraciones (seguramente mucho más de lo que lo habría sido
yo y creo que la mayoría en su lugar), reconoció con total naturalidad que el
accidente que había sufrido había sido completamente culpa suya. Ya lo dije más
atrás, ni yo ni nadie culpamos de los accidentes a la organización, pero creo
que en este en concreto debemos profundizar un poco más…
Seguro que muchas de las personas
que estáis leyendo esto, si no sois pilotos, habéis realizado alguna vez una
carrera, ya fuera a pie o en bicicleta, o simplemente os marcasteis algún
objetivo practicando algún deporte. Pues bien, imaginemos que estás haciendo un
poco de footing. Te has marcado hacer 20 Km. Ves que te faltan 500 metros. ¿No
apuras un poco más el ritmo al ver que ya estás terminando? Y si estás
disputando una carrera y ya vislumbras la meta, ¿no esprintas para darlo todo
sabiendo que ya vas a terminar? Y si estuvieras corriendo con un coche, ¿al ver
la meta no pisarías a fondo el acelerador? Creo que las respuestas son claras.
Estaba clarísimo que poner la meta en una curva, además en una zona a la que se
llegaba a muy alta velocidad, podía acabar muy mal. Y ojo, volvemos a lo que ya
dijimos al principio, si el trazado hubiera tenido los correspondientes
guardarraíles, todo esto daría igual. Toño habría rebotado contra el
guardarraíl, habría dañado el frontal de su coche, puede que el radiador, pero
para nada habría tenido las consecuencias que tuvo.
Antes de pasar a la última
pregunta de la encuesta, me gustaría repescar la respuesta de uno de los
pilotos. Aunque las preguntas eran de Sí o No, algunos me argumentaban sus
respuestas o me hacían ver sus opiniones. Pues bien, un piloto (que tampoco
diré quién fue) me replicó algo así como que si la prueba era complicada, lo
que había que hacer era ir más despacio. Ok. Vayamos por partes otra vez. Creo
que hay que diferenciar lo que es una prueba complicada y lo que es una prueba
peligrosa. Y creo que la mejor manera de diferenciarlas es asociando a la
primera con las circunstancias propias del trazado y a la segunda con la falta
de medidas de seguridad. Voy a explicarlo con un ejemplo. Varios pilotos
comentaron que el asfalto de la subida no tenía mucho agarre. Eso es una
circunstancia propia del trazado, como la elevada velocidad de la zona final.
Estas circunstancias hacen que una prueba sea más difícil, más complicada. Y
estoy de acuerdo, si la prueba es más complicada, el piloto tendrá que ir más
despacio. Pero es que la subida a Marín no era complicada, era complicada y
peligrosa. No puedes pedir a un piloto de montaña (y recalco lo de montaña, por
lo que ya expliqué anteriormente) que salga a competir y no vaya al límite. Es
que entonces no es una prueba de montaña. Llámalo rallysprint o llámalo como
quieras, pero no digas que es una prueba de montaña… Y para ver a pilotos
correr a medio gas ¿entonces para que hacemos un campeonato de velocidad? Para
eso limitamos todo a la categoría de Regularidad 50 y listo. Personalmente
siempre lo he pensado: prefiero ver a un piloto con un CM o con un Saxo correr
al 100%, que ver a una barqueta con tropecientos caballos y a un Lamborghini
con otros tantos paseándose.
· ¿Repetirías tu participación en esta prueba en las mismas
condiciones?
¿Qué vamos a decir? Los
resultados hablan por sí solos. Muchos dicen que esto del automovilismo es una
droga… Y por si a alguien le pica la curiosidad: sí, alguno de los accidentados
repetiría. Pero esto no hace más que resaltar la necesidad por parte de las
organizaciones y de la federación de velar por la seguridad en las pruebas, por
los participantes y por el público asistente.
Voy a terminar esta publicación recapitulando
los motivos por los que creo que la situación en la que está la montaña gallega
es tremendamente preocupante. Se han calendado nuevas pruebas, con nuevos
trazados, y visto lo visto en Marín, miedo me da analizar los posibles
recorridos de Dumbría o Ferreira de Pantón. Llegan también nuevos organizadores
y después de lo visto en Marín voy a ser claro. Vamos a tener como máximos
responsables de la seguridad de las pruebas a personas que se centran
únicamente en sus intereses (como en Marín) e incluso a personas que en su día
a día se dedican a hacer su propio rally con sus vehículos de calle por las
carreteras abiertas al tráfico. ¿Qué podemos esperar que ocurra si una persona
que demuestra ser una irresponsable en su vida personal tiene que velar por la
seguridad de una prueba?
Y luego está el tema de las
prioridades. Si eres un organizador y tienes unos eurillos y no sabes lo que
hacer con ellos, siempre es mejor utilizarlos para pagar al piloto foráneo de
turno para que venga a pasearse, que invertirlos en mejorar la seguridad
preocupándose por los pilotos de aquí.
Tenemos organizadores a los que
les da igual la seguridad y tenemos a una federación a la que le importa
todavía menos. Para la FGA da igual que una prueba tenga un trazado que no se
ajuste a una prueba de montaña o que no exista ni la más mínima seguridad. Lo
importante es llenar el calendario. Es como si quisiera demostrar a la
Escudería Chantada que no necesita su prueba y que puede llenar el calendario
de varias pruebas en su lugar. A medida que suben los precios de las
inscripciones, parece que baja más su capacidad para hacer bien las cosas y
preocuparse de verdad por el devenir del automovilismo gallego. Si en lugar de preocuparse por quien le da "demasiada repercusión" a sus certámenes se preocupasen de lo realmente importante... Y aún tienen la poca vergüenza de poner esto en sus documentos:
Seguramente más pronto que tarde
acabe pasando algo. No sabemos si pasará con el público o si pasará con algún
participante, pero la suerte en algún momento se acaba. ¿Qué hubiera pasado si
en alguna de las salidas de carretera graves de Marín el protagonista hubiera
sido un fórmula? ¿Qué hubiera pasado si en el accidente de Pablo Rey en lugar
de salirse hacia un talud hubiera salido hacia el otro lado de la carretera?
¿Qué hubiera pasado si en las salidas de Pablo Barrio, Damián Pereira o Antonio Bermúdez una rama o un tronco de un árbol atravesase el parabrisas de sus vehículos? ¿Qué hubiera pasado si en la salida de Miguel Leite cualquier elemento hubiera atravesado la malla que hace la función de parabrisas? Creo que la respuesta la tenemos en lo que ha ocurrido hace pocos días en
Italia… Como dice el dicho: Tanto va el cántaro a la fuente…
Siempre se dice cuando pasa
alguna situación grave, que no es tiempo de buscar culpables, pero yo creo que
si no se buscan culpables (y los mismos tampoco reconocen sus errores)
difícilmente se pueden buscar soluciones. Creo que en esta situación hay muchos
culpables y me sitúo a mí mismo como el primero de ellos. Vi lo que había en
Marín y me callé, vi lo que estaba pasando con la montaña gallega y la seguí
apoyando… Sí, soy culpable, y por ello tomaré las medidas que creo más
oportunas y las anunciaré en breve. Me siento culpable de haber visto el
peligro del trazado y no haber hecho nada por remediarlo y me siento culpable
por haber facilitado al público la posibilidad de acudir a esa prueba en la que
si no ocurrió ninguna desgracia fue por casualidad. Pero ya desde ese mismo
sábado por la noche después de la primera jornada de Marín, empezó a pasárseme
por la cabeza cambiar lo que estaba haciendo. Puedo decir que la primera medida
fue no hacer ninguna crónica (como tenía previsto) de la prueba de Marín.
Gracias al señor RTL pude ver que no se puede cambiar nada desde abajo y que si
quiero conseguir algo para mejorar esta disciplina que tanto me apasiona, lo
que tengo que hacer es subir varios peldaños y afrontar mi proyecto desde otro
punto de vista. No voy a explicar nada, porque en este país parece que tratar
de hacer las cosas bien está mal visto y si vas de cara lo único que puedes
recibir son zancadillas, pero no me rendiré en mi empeño por mejorar la montaña
gallega y espero que en no demasiado tiempo se puedan ver los frutos.
Estoy seguro de que no leerá esto
y si lo hace no le va a dar la más mínima importancia, pero quiero decirle al
señor Torres que recojo su guante. Me retó a organizar yo la subida a Marín
para el próximo año y le digo que acepto su reto. Que me ceda los recursos con
los que contó para este año y no tendré la más mínima objeción en ponerme a
trabajar en ella. Eso sí, si quiere que sea así, que me lo diga ya, porque hay
mucho en lo que trabajar en esa subida y si yo organizo una prueba, me pondría
a trabajar en ella por lo menos un año antes, no un mes antes. Aunque tampoco
nos engañemos, no era más que un farol de una persona que lo único que quería
era escurrir el bulto y librarse de rendir cuentas.
Me he señalado a mí mismo, pero
si hay alguien a quien hay que señalar es al señor Corral y a toda la FGA. Ya
todos conocemos la mafia en la que ha convertido al automovilismo gallego,
tanto es así, que ha dotado de muchos privilegios a ciertos iconos del
automovilismo gallego para cubrirse las espaldas y contar con su apoyo
incondicional. Luego pasa lo que pasa, que salimos de Galicia y creemos que
vamos a seguir contando siempre con esos privilegios, y si no nos los conceden,
nos enfadamos y tenemos una pataleta… Y ya que estamos hablando de la FGA, me
gustaría plantear una duda: ¿qué hace concretamente el observador de la FGA?
¿qué hizo cuando acudió a Marín? ¿para qué sirve el observador de la FGA? ¿para
pasearse en coche y comprobar que el cielo es azul y la hierba verde?
Podemos señalar a la FGA, pero
¿quién permite que el señor Corral vague a sus anchas? He escuchado mucho estos
días eso de: “es que Corral es intocable, él tiene todo el poder”. Pero creo
que tanto los organizadores, como los pilotos, como los aficionados estáis muy
equivocados. Algún día os daréis cuenta de que sois vosotros los que le estáis
dando el poder a Corral. Corral sin vosotros y vosotras no es nadie. Sin embargo,
todos y todas podéis pelear por el automovilismo gallego sin él. Si un año
todas las personas que no estáis de acuerdo con Corral os plantáis y no
organizáis ninguna prueba, no participáis en ninguna prueba y no acudís a ver
ninguna prueba, ¿qué creéis que pasará con la FGA? El día que todas las
personas que deseen lo mejor para el automovilismo gallego se junten y
entiendan que son ellas las que pueden marcar el destino de todo esto, entonces
será el día del final del señor Corral. Y ese día se podrá pelear por devolver
al automovilismo gallego a lo más alto, sin mafias, sin corruptelas y sin más
intereses que defender nuestro deporte antes de que se muera.
Pero mientras, mientras dejemos
que todo siga como está, solo es cuestión de tiempo que pase algo. La duda es:
¿vamos a hacer algo por remediar esta vorágine autodestructiva e impedir que
ocurra algo grave antes de que pase, o vamos a esperar a que pase y luego nos
lamentaremos?
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